martes, 3 de marzo de 2020

¿Ejército Libertador?

¿Ejército Libertador?

Opinión | marzo 3, 2020 | 6:26 am.
Venezuela no tuvo ejército regular hasta que Cipriano Castro (1858-1924) y Juan Vicente Gómez (1857-1935) fundaron la Academia Militar (1903). Antes lo que teníamos eran ejércitos privados que obedecían al caudillo regional de turno o al más fuerte que se lograba instalar en la capital, Caracas. Y eran muchos y por eso la guerra civil, la asonada y el golpe de Estado era lo normal.
Cada levantamiento por lo general se hacía en nombre de la revolución que no era otra cosa que el asalto al poder a través de las armas. ¿Cuántas revoluciones reaccionarias se han tenido? Revolución del 19 de abril de 1810; Revolución de las Reformas (1835); Revolución azul (1867); Revolución de Marzo (1858); Revolución de Abril (1870); Revolución Reivindicadora (1878); Revolución Legalista (1892); Revolución Liberal Restauradora (1899); Revolución Libertadora (1901); Revolución de Octubre; Revolución Bolivariana (1999) y un largo etcétera.
El llamado ejército de Bolívar en la Independencia fue irregular, apenas con algún esbozo de orden. Bolívar mismo «ascendió» a general sobre el terreno proviniendo de la vida civil. En mayo de 1813 en la ciudad de Mérida, en el ínterin de la exitosa Campaña Admirable, se le concedió el título honorífico de “Libertador” por el cuál será conocido en la posteridad.
Con el decreto del 24 de septiembre de 1817 Bolívar intentó institucionalizar al ejército y establecer una cadena de mando. Los caudillos territoriales, provinciales y regionales llegaron a ser generales y comandantes y sus hordas, guerrilleros y bandidos en soldados. Paga regular como tal nunca existió porqué el erario de Colombia, nacida en Angostura en 1819, prácticamente nunca lo tuvo. La indisciplina fue un quebradero de cabeza constante para la oficialidad y las deserciones lo normal. El precepto napoleónico de que la “guerra se tiene que alimentar de la guerra” fue el denominador común profundizando la anarquía y el horror.
Los llaneros de José Antonio Páez, los llamados “Cosacos del Trópico” por ejemplo y que causaron una honda impresión a Pablo Morillo, fueron una «división» prácticamente autónoma y que estuvo operando a lo libre en los llanos occidentales alrededor de Barinas y Apure. ¿Disciplinados? En lo absoluto. Sólo un Jefe indiscutido les podía mantener en orden y concierto. Y no faltó el incidente de insubordinación de Páez contra Bolívar, en varias oportunidades, incluso cuando se negó acompañarle a tramontar la cordillera andina en el audaz asalto del año 1819 sobre la Nueva Granada.
Finalizada la Guerra de Independencia, el triunfo no fue del pueblo, ni de los mantuanos que la iniciaron en 1810, sino de los caudillos revestidos de condecoraciones, ejércitos privados y grandes latifundios. La guerra civil se mantuvo durante todo el siglo XIX. Y a pesar del discurso patriótico, que se quedó anclado en la Independencia fosilizando nuestro devenir histórico, fue en éste siglo perdido cuando el despojo territorial se hizo oprobio contradiciendo la arenga nacionalista. Más de medio millón de kilómetros cuadrados se perdieron por la negligencia de los caudillos en manos de nuestros astutos vecinos colombianos en el occidente e ingleses en el oriente.
Cuatro grandes caudillos se enseñorearon sobre Venezuela haciendo de las armas su hegemonía de control político, social, económico y cultural sobre la población y sus rivales. José Antonio Páez, José Tadeo Monagas, Guzmán Blanco y Joaquín Crespo. No había «Ejército Nacional» solo las llamadas montoneras. Un siglo XIX con su economía de puerto rudimentaria y el café como su producto de exportación estelar. Venezuela tuvo su particular Shogunato, es decir, un gobierno militar de facto con muchas constituciones que sólo servía para barnizar una legalidad melancólica. El caudillo sólo aspiraba al mando perpetuo desde el control del Gobierno que era lo mismo que el Estado a través del monopolio de la fuerza militar.
Los civiles no contaban salvo como colaboradores residuales sin apenas decoro. Eran luces al servicio de las sombras. Al arrimarse al poder de manera servil gozaron de algunos privilegios y prebendas. Los que mandaban se hacían respetar por la fuerza y arbitrariedad y casi nunca por las razones y argumentos.
Juan Vicente Gómez junto a Cipriano Castro, ambos andinos, entendieron por primera vez que había que profesionalizar al ejército aunque no para resguardo del país y sus fronteras sino como guardia pretoriana propia para aniquilar a los caudillos rivales de una vez por todas. La Batalla de Ciudad Bolívar (1903) es la fecha fundacional de una Venezuela sin la anarquía de los caudillos decimonónicos y el arribo del único caudillo o «Jefe Supremo» bajo el apoyo de las bayonetas y en alianza con los imperios extranjeros.
El propósito de Gómez fue uno sólo: morir en el poder. El mismo sueño de todos los autócratas y personalistas que imponen la más cruel dictadura. Veintisiete años se mantuvo en el poder manejando a Venezuela como si fuera su propia hacienda y entregando las riquezas del subsuelo a los trusts del petróleo a cambio de pingues ganancias.
Gómez legó esta doctrina: quién controla el ejército leal a su propio designio y no a la Constitución puede soñar con la dominación eterna sobre los venezolanos. Hoy, esa doctrina, está más vigente que nunca.
Así que la existencia de un “Ejército Libertador” es otro invento más de una historia hecha a la medida de los sectores militares que por más de ciento cincuenta años nos han dicho de mil maneras que “Hay que volver a Carabobo” y que el proyecto civilista, democrático y de la modernidad se debe postergar. Suponer una Venezuela como la sensata Costa Rica es todo un empeño utópico.
Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ
@LOMBARDIBOSCAN

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El 2 de noviembre de 1980, muere en Caracas el destacado pintor y dramaturgo Cesar Rengifo, quien utilizó la pintura y el teatro para reflejar su búsqueda de justicia social.

Nació el 14 de mayo de 1915 en Caracas, Venezuela. Cursó estudios en la Academia de Bellas Artes entre 1930 y 1935. En 1936, cuando Rómulo Gallegos se desempeñaba como ministro de Educación, consiguió una beca para especializarse en pedagogía de las artes plásticas en Santiago de Chile; para luego viajar a Ciudad México para inscribirse en la Academia de San Carlos, donde estudia las técnicas del muralismo de 1937 a 1938.

Durante su estadía en la capital mexicana, Rengifo fue influido de manera significativa por la obra de Diego Rivera, alcanzando un estilo que se apartó de la preceptiva de la Escuela de Caracas y dio relevancia al mensaje social de la pintura.

Regresa al país y realiza actividades como periodista y en 1952 funda el grupo de teatro Máscaras a la vez que desempeñó una extensa labor pedagógica y escribió alrededor de 40 piezas teatrales.

En su pieza teatral “Las torres y el viento”, sintetizó en el preámbulo para la presentación de la obra, el valor de las torres de petróleo y el viento en los pueblos donde la explotación del mineral ha cesado. He ahí para muchos venezolanos lo que quedaba del petróleo.

En 1954, con motivo del XV Salón Oficial Anual de Arte Venezolano, obtuvo el Premio Nacional con su obra “La Flor del Hijo”, y también el Premio Arturo Michelena, en el Salón Oficial y en el Salón Arturo Michelena, de Valencia, respectivamente. Recibió, asimismo, los galardones “Andrés Pérez Mujica” y “Antonio Esteban Frías” en el primero de los salones mencionados

En 1954 obtuvo el Premio Nacional de Pintura y entre 1955 y 1956 realizó el vasto mural en mosaico Amalivaca, que narra el mito caribe de la creación del mundo y el cual se halla en la plaza Diego Ibarra, en Caracas. En su gestión como director de Cultura de la Universidad de Los Andes, fundó en 1959 la Escuela de Artes Plásticas de Mérida.

Por encargo de la Comisión del Sesquicentenario de la batalla de Carabobo, del Ministerio de la Defensa, realizó en 1973 el mural “Creadores de la nacionalidad”, ubicado en el Paseo de Los Próceres de Caracas.

En términos generales, la vida de César Rengifo se desenvolvió entre dos disciplinas en las que demostró por igual su talento: la pintura y el teatro. A través de las mismas intentó establecer una profunda conexión entre el sentido de las imágenes simbólicas y el fondo de la realidad del destino y la identidad del venezolano, así como sus frustraciones y esperanzas.

Como reconocimiento a su talento en este ámbito artístico, recibió en 1980 el Premio Nacional de Teatro. En 1989, sus obras completas fueron recogidas y publicadas en 8 tomos por parte de la Universidad de Los Andes. En 1995 su viuda Ángela Carrillo donó a la Biblioteca Nacional algunos de las obras originales escritas por él.
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viernes, 21 de octubre de 2016

La otra cara de Darwin

Las contribuciones de Charles Darwin (12 de febrero 1809 – 19 de abril 1882) a la ciencia y a nuestra comprensión del mundo le han valido su hueco en la historia. Padre de la teoría de la selección natural, consiguió gracias a su gran capacidad de observación y análisisdocumentar la idea de la evolución de las especies. Tiene calles y plazas a su nombre, pero, ¿sabemos todo sobre Darwin? Descubrimos la cara más desconocida del prestigioso científico.
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Darwin escribió un detallado diario geológico que le ayudó a desarrollar sus teorías sobre la evolución. Crédito: George Richmond

Médico y sacerdote frustrado

Antes de acabar dedicándose a la investigación científica, Darwin estuvo muy cerca de otras profesiones. Por petición de su padre ingresó en 1825 en la prestigiosa Universidad de Edimburgo para estudiar medicina. Sin embargo no consiguió apasionarse ni por las lecturas, que consideraba aburridas, ni por la cirugía, que le parecía angustiosa. Después de dos cursos frustrados, abandonó la medicina y, en 1828, su padre, empeñado en que su hijo no se quedará ocioso, le convenció para iniciar una carrera eclesiástica en el Christ’s College de Cambridge.
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La Universidad de Edimburgo en 1827, período en el que Darwin estudió allí. Crédito: Departamento de prensa de la Universidad de Edimburgo.
Paradójicamente, fue en esta institución donde se produciría la casualidad que llevó a Darwin a convertirse en una gran figura científica. En el Christ’s College, Darwin asistía de forma voluntaria a las clases del botánico y entomólogo John Henslow, de quien se convirtió en seguidor y amigo. Terminó sus estudios eclesiásticos en 1831. Ese mismo año, nada más volver de una expedición geológica en Gales, Darwin recibió una carta del reverendo Henslow en la que le proponía la posibilidad embarcarse en elBeagle como naturalista con el capitán Robert Fitzroy y acompañarle en un viaje alrededor del mundo. Las consecuencias de esta carta ya están en la historia.

Obsesionado con las listas

“Casarse: hijos (si Dios quiere), compañía constante, un hogar. No aprender francés, ni ir a América, ni montar en globo. No casarse: libertad para ir donde quieras, no estar obligado a visitar a parientes. Nadie se ocupará de uno durante la vejez”. Así rezaba la libreta de notas de Darwin en 1838: dividida en dos columnas con una docena de razones a cada lado, el célebre científico analizaba las ventajas y los inconvenientes de casarse con su prima Emma Wedgwood. La conclusión se encuentra justo debajo: “Casarse”. Para después, pasar rápidamente a la siguiente disyuntiva: “¿Cuándo? Pronto o tarde”, junto a una nueva lista de razones. Este episodio ilustra a la perfección el extremo pensamiento analítico que Darwin desarrolló a lo largo de toda su vida.
Como marido recopiló cada gasto familiar y, a pesar de su buena situación económica, realizaba propósitos de nuevo año para conseguir pequeños ahorros. Como padre, anotaba cuando lloraban o se ruborizaban sus hijos. Pero, la lista más importante de su carrera la escribió mucho antes, con 22 años, y contenía solo ocho puntos. En ella resumía todas las razones de su padre para no dejarle embarcar a bordo delBeagle, en la expedición que le convertiría en científico. Finalmente fue su tío Josiah Wedgewood —más tarde, también suegro— y sus contra-argumentos quienes ganaron la batalla: apostaba por la aventura.

Enfermo crónico

Algo bastante desconocido de Darwin sonlos problemas de salud que sufrió a lo largo de toda su vida adulta. Una inusual combinación de síntomas que lo dejaba debilitado durante largos períodos de tiempo. Sin embargo, Darwin llegó a creer que esta debilidad física le ayudaba en su trabajo: “Estar enfermo, como he pasado varios años de mi vida, me ha salvado de las distracciones de la sociedad y el entretenimiento”. Los primeros signos empezaron durante su época como estudiante de medicina en Edimburgo, cuando Darwin ya se consideraba demasiado sensible a la sangre y a la brutalidad de la cirugía del siglo XIX.
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Darwin tuvo serios problemas de salud a lo largo de toda su vida adulta. Crédito: Wikimedia Commons.
Aunque no se lo dijo a nadie para que no le prohibieran ir a la expedición, Darwin comenzó a sufrir dolor de pecho y palpitaciones cardíacas el mismo día que debía embarcar en el Beagle. Los siguientes cinco años de recorrido por el mundo estuvieron marcados por múltiples jaquecas. Una vez de vuelta en Inglaterra los síntomas siguieron: desde insomnio, vómitos y cólicos hasta ansiedad y espasmos. No le funcionó ningún tratamiento convencional de la época y todavía hoy se especula sobre cuál podría ser la enfermedad que estaba detrás de tan variados signos. Algunos expertos aducen a una intolerancia ortostática, una disfunción del sistema nervioso que ocurre mientras el individuo está de pie.

Pasión por los percebes

Después cinco años de observación científica a bordo del Beagle, Charles Darwin llega en 1836 a Inglaterra con las ideas que más adelante lo convertirían en uno de los científicos más reconocidos de la historia: la transmutación de las especies y la evolución por selección natural. Pero cuando terminó de escribir los cuadernos de viaje, Darwin decidió no seguir desarrollando esas grandes ideas, sino dedicarse a una de sus verdaderas pasiones: los percebes. Este hobby no era nuevo; ya en su período universitario Darwin dejó de lado las lecturas de medicina para volcarse en el estudio de los invertebrados marinos. Pero en esta ocasión se dedicó de forma exclusiva alos crustáceos cirrípedos: durante ocho años, de 1846 a 1854, cada día diseccionaba, clasificaba y escribía sobre diferentes especies de percebes.
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Muestras de percebes y la lista manuscrita de Darwin. Crédito: Museo de Historia Natural de Dinamarca.
Aunque se suele hablar de esta etapa como una distracción de su trabajo, lo cierto es que los cuatro libros que publicó sobre esta temática lo convirtieron enuna figura muy reputada en la comunidad zoológica británica. Además,esta investigación fue un componente clave para la elaboración de El origen de las especies. Estudiar con tal profundidad un grupo de organismos, tanto en su forma viva como fosilizada, le permitió observar y entender cómo la diversidad de una misma especie se había desarrollado a lo largo del tiempo.

Detective geológico

Aunque la fama de Darwin se debe, principalmente, a su labor como biólogo y naturalista, lo cierto es que el científico desarrolló muchas otras facetas y alguna, como la geología, con igual ahínco. Los cinco años en el Beagle le sirvieron de inspiración para concebir la idea de la transmutación de las especies, pero también lo convirtieron en un eminente geólogo. Darwin escribió un detallado diario, del que todavía hoy conservamos 145 entradas, sobre los fósiles que iba encontrando durante sus expediciones en Brasil, Chile, las Islas Galápagos, Tahití… Estas exhaustivas observaciones, además de hacerle famoso, le ayudaron a concebir su teoría de la selección natural.
Los numerosos fósiles que encontró en Sudamérica de una misma especie (de armadillos y de perezosos), pero repartidos en distintos lugares y procedentes de diferentes períodos de tiempo le llevó a preguntarse: ¿por qué unas especies se extinguían y después, en el mismo lugar, vivían otras semejantes? La explicación que desarrolló después de observar en distintos lugares fósiles de la “misma” criatura es que ambos animales, similares, pero no idénticos, habían surgido con modificaciones de ancestros comunes. Pero, si había sido Dios quien había creado cada especie de forma independiente y en sitios diferentes, ¿cómo podía ser así? “Las especies se adaptan y ajustan su raza en un mundo que cambia”, se respondió el propio Darwin en 1837, cuando el estudio de los pinzones, los fósiles y los percebes ya apuntalaban su teoría.

Coleccionista de escarabajos

Ya de niño, Darwin tenía una gran curiosidad por la naturaleza. Cuando comenzó en la escuela de su pequeña ciudad natal, Shrewsbury, ya tenía un interés especial por la historia natural que le llevaba a coleccionar todo tipo de rocas, hojas, insectos… Lo especial de Darwin fue que —al contrario que muchos adultos— mantuvo esa curiosidad toda la vida. En el Christ’s College de Cambridgese sumó a la moda de recolección de escarabajosuna fiebre competitiva que se extendía por todo el país y de la que había incluso hasta concursos nacionales.Algunos de los descubrimientos que hizo entonces fueron publicados por la enciclopedia de Ilustraciones Stevens de la entomología británica.
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Darwin descubrió una especie nueva de escarabajo, la Darwinilus sedaris, en 1832. Crédito:Macroscopic Solutions.
Durante su expedición en el Beagleencontró siempre la oportunidad de seguir coleccionando estos animales. De hecho, un reciente estudio ha declarado que uno de los escarabajos que Darwin encontró en 1832 en la costa argentina de Bahía Blanca era una nueva especie, a la que 182 años después han apodadoDarwinilus sedarisi. “Cuando oigo hablar sobre la captura de escarabajos raros, me siento como un viejo caballo de guerra que de repente oye el sonido de una trompeta”, declaró el científico.
Por Beatriz Guillén para Ventana al Conocimiento

jueves, 15 de septiembre de 2016

El pentaquark, la última pieza del puzle subatómico

La nueva ronda de experimentos del acelerador LHC arrancó en 2015 buscando partículas en los límites de la física teórica. Y durante el pasado verano, el laboratorio europeo de física de partículas CERN anunció el descubrimiento del pentaquark, una nueva y exótica partícula cazada con los datos obtenidos en la primera ronda del LHC (2010-1013), cuya existencia ya fue predicha hace más de 50 años porMurray Gell-Mann.
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Murray Gell-Mann en 2012. Crédito: Melirius
En 1964 Gell-Mann resolvió el complejo puzle de las partículas subatómicas con su modelo estándar, que le valió el premio Nobel de Física en 1969. Con él explicaba la naturaleza de las partículas entonces conocidas y apuntaba la posibilidad de partículas más complejas y exóticas, como la recién descubierta. Desde entonces, el pentaquark era solo una hipótesis. Pero ahora que ya parece una realidad, los científicos confían en que su estudio permita entender mejorlas estrellas de neutrones y la interacción nuclear fuerte (una de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza).
De momento, el pentaquark es ya la nueva pieza del rompecabezas de Gell-Mann. «En los años 50 se detectaron muchas partículas nuevas que nadie sabía como clasificar y mi único deseo era resolver aquel puzle», explicó una vez el físico, que cumplió 86 años el pasado 15 de septiembre. Murray Gell-Mann quería poner orden en el zoo de partículas subatómicas que los físicosdescubrieron después de romper el átomo.

¿SABÍAS QUÉ …?
Murray Gell-Mann tomó prestado el nombre “quark” de una novela de James Joyce, “Finnegan’s Wake”:
Three quarks for Muster Mark!  
Sure he has not got much of a bark
And sure any he has it’s all beside the mark.
En este contexto, “quark” es una onomatopeya que representa el graznido de una gaviota. Eso encaja perfectamente con lo que Gell-Mann buscaba: una palabra sin sentido ni ortografía definida. Además, el número tres del texto de Joyce encajaba con que los quarks se agrupan de tres en tres para formar bariones (como los protones y neutrones).

En los años siguientes, cientos de nuevas formas de materia sembraron un excitante desconcierto entre los científicos. Pero cuando el físico judío comenzó a plantear su modelo, se tuvo que enfrentar a muchas reticencias y su sugerencia de que los protones y los neutrones debían estar compuestas por un nuevo tipo de partículas, a las que llamó quarks, no gustó a todos.

‘Quarks’, unas partículas aún más elementales

Había tres motivos fundamentales que hacían recelar a algunos de las nuevas partículas propuestas por Gell-Mann. Por un lado, se creía que los protones y los neutrones eran partículas elementales, es decir, que no estaban compuestas por otras partículas más pequeñas. Por otro lado, los quarks están permanentemente atrapados dentro de otras partículas y no se pueden encontrar en solitario. Y, por último, todo el mundo creía que la carga eléctrica debía ser entera, los electrones tienen carga -1 y los protones +1, mientras que los quarks debían tener cargas fraccionarias (1/3, 2/3, etc.).
Sin embargo, Murray demostró que tenía razón y gracias a su trabajo, y el de otros muchos investigadores, se pudo desarrollar lo que hoy se conoce comomodelo estándar de partículas. Gracias a esta teoría, no solo se consiguió clasificar y ordenar todas aquellas nuevas partículas, sino que se estableció un marco que predecía qué partículas podían existir, de entre todas las combinaciones que se podían realizar con los seis tipos de quarks que establecía la teoría. Gell-Mann no solo había resuelto el puzle, sino que lo había hecho sin necesidad de contar con todas la piezas y haciendo una predicción de las piezas que aún faltaban.
A partir de ahí se decidió que a las partículas que estuvieran compuestas por dos quarks se les llamaría mesones, mientras que a las de tres quarks se les puso el nombre de bariones. A esta última categoría pertenecen, por ejemplo, los protones y los neutrones. Así, durante las últimas décadas se han ido descubriendo la mayoría de las partículas predichas por la teoría. Sin embargo, algunas de ellas están siendo difíciles de encontrar debido a su naturaleza exótica. Entre ellas, se encuentra el pentaquark.

Una rara combinación de materia y antimateria

Como su propio nombre indica, el pentaquark está formado por 5 quarks, algo bastante exótico si tenemos en cuenta que la mayoría de las partículas observadas están compuestas por 2 o 3 quarks. Como ya hemos dicho, el propio modelo estándar establece una serie de normas para formar partículas a través de los quarks. Si seguimos estas normas, una de las combinaciones a priori más probable es la de que esté formado por cuatro quarks y un antiquark.
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Dos posibilidades de agrupación de cinco quarks: un pentaquark (izquierda) o una “molécula” mesón-barión, Crédito: Headbomb, Smurrayinchester
Esta es precisamente la combinación quese detectó el pasado mes de julio en el gran acelerador de hadrones del CERN. Los científicos han detectado una partícula que cuadra bastante bien con lo que se espera de un pentaquark. Para detectarlo, los investigadores estudiaron la desintegración de una partícula que puede romperse de varias formas diferentes. Una de las posibilidades es que se desintegre en un pentaquark más otra partícula y los datos han mostrado, sin lugar a dudas, que efectivamente se ha producido una desintegración de este tipo. Sin embargo, aún no se sabe si dicha partícula es realmente un pentaquark o una “molécula” formada por un barión, con tres quarks unidos por un lado, y un mesón, con una pareja de quark y antiquark por otro. Lo curioso del caso es que este descubrimiento se ha producido de forma accidental, ya que el experimento donde se ha observado no está originalmente diseñado con este propósito.
Casualidades o no, parece que, más de cinco décadas después, los experimentos vuelven a darle un poco más la razón a Gell-Mann. Quizás por eso este físico dijo en su día, parafraseando a Newton, que si había visto «más allá que los demás, es porque estaba rodeado de enanos». Cualquiera podría pensar que tras esta frase se esconde una personalidad egocéntrica e incluso algo pretensiosa, pero la realidad es que Gell-Mann pronunció esa frase con la socarronería del que sabe que, 50 años después, sigue teniendo razón. Al fin y al cabo, nadie puede negar que gracias a él se resolvió el puzle subatómico.
Teguayco Pinto para Ventana al Conocimiento