miércoles, 27 de enero de 2016

(El 27 de enero de 1945 fue liberado el campo de concentración de Auschwitz, matadero de un sinfín de hombres y de ninguna vaca: allí, alrededor de dos millones de judíos fueron comidos por los crematorios, las pulgas, las chinches, el tifus, la escarlatina, el sarampión, la difteria y la diarrea. A los más afortunados, aquellos que pudieron escaparse del infierno, el diablo los persiguió con su diente más afilado: el recuerdo. Aquí, cuatro historias mínimas de sobrevivientes.)
Herman Hollenreiner ingresó a Auschwitz a los nueve años. A los once, lo liberaron. Solo y en un tren arribó a París. Una familia lo recogió en la calle. En la nueva vivienda, Herman Hollenreiner no paró un minuto de temblar y pidió a los gritos que lo dejaran dormir en el suelo. Semanas después, lo internaron en un hospital psiquiátrico. En aquel reformatorio recibió varias descargas eléctricas porque, entre otras cosas, no quería agarrar el cuchillo y el tenedor a la hora de comer.
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Cuando estaba en sexto grado, a Axel Kor lo arrinconaron en uno de los baños del colegio y lo azotaron con una toalla. “Eres un judío sucio”, le gritaron sus compañeritos mientras le pegaban. Más adelante encontró dibujadas unas esvásticas en las paredes de su hogar. Y luego, le diagnosticaron un cáncer de testículo. Su madre, que había sufrido las brutalidades de Auschwitz, lo invitó a luchar: “Tu padre es un sobreviviente, yo soy una sobreviviente, tú serás un sobreviviente". Axel Kor tiene ahora cincuenta y cuatro años, y de su cáncer no hay noticias.
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Tadeusz Smreczynski permaneció seis semanas en Auschwitz. Allí juró que estudiaría medicina si las cámaras de gas no lo mataban antes. Y no lo mataron. Y se convirtió en doctor. Y quisieron afiliarlo al partido comunista. Y se negó. Y lo obligaron. Y luego de seis años pudo abandonar el ejército. Y montó un consultorio. Y su consultorio quedaba a diez cuadras del campo de concentración en el que había estado. Y compró una casa. Y su casa residía en una calle que se llamaba “Víctimas de Auschwitz”. Y así, día tras día, el letrero de la esquina invitó al médico a salvarse, todas las mañanas, su propia vida.
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Halina Birenbaum se comprometió tres años después de salir de Auschwitz. Tuvo un hijo: Yakov Gilad. Él todavía iba al jardín cuando le preguntó a su mamá “por qué se había dibujado la mano”. Halina respondió que el dibujito que llevaba en su brazo izquierdo era, en realidad, el número que le habían tatuado los alemanes para identificarla. Sin pelos en la lengua, ella le confesó los espantos con lujos de detalle. Yakov Gilad no necesitó juntarse con sus amiguitos a ver películas de terror. Él, sin verlas, las vivió todas. Y sufrió mucho. Cuando por fin dejó de perseguirlo el llanto, su libreta clínica estaba repleta de dibujitos. Los dibujitos eran, en realidad, muchísimos sellos: sellos que decían que Yakov Gilad había hecho, lágrima a lágrima, cuarenta años de terapia.
ESCRITO POR SANTIAGO CAPRIATA

domingo, 24 de enero de 2016

El 11 de mayo de 1904, en Figueras, nació Salvador Dalí. Ese día, cuando salió del útero de su madre, asomó con dos cabezas. Una cargada de vida, y otra manchada de muerte: sus padres todavía lloraban el fallecimiento de su hermano, también llamado Salvador, a quien una gastroenteritis lo fulminó cuando recién aprendía a caminar.
El nuevo Dalí, el sobreviviente, quien vio la luz nueve meses después de aquella tragedia, se vistió con las ropas del Salvador muerto y se divirtió con sus juguetes. A los cinco años, sus padres lo llevaron a visitar la tumba del difunto y le dijeron que era su reencarnación. Él, asustado, se lo creyó.
Y se lo creyó tanto que comenzó a elaborar estrategias para crear su propia imagen: se negó a dormir y a comer, orinó su cama a propósito, desparramó heces por todos los rincones de la casa y hasta se confesó ante su familia: “Yo de grande quiero ser cocinero. Y también quiero ser Napoleón”.
En la escuela, sus compañeros le regalaban cajas con saltamontes para festejar a carcajadas sus ataques de pánico, y los profesores contaban que él salía a los recreos con un único fin: estrellarse la cabeza contra las columnas de mármol. Luego, Dalí explicaba: “Es que nadie me miraba”.
Tiempo después, en la residencia de estudiantes de Madrid, conoció a Federico García Lorca y a Luis Buñuel. Ellos lo ayudaron a cruzar la calle solo, que no podía; a realizar los trámites, que no sabía; y a ir al cine, que le temía. Pronto los tres se hicieron muy amigos. Incluso Lorca, con el transcurrir de los momentos compartidos, terminó apreciando de Dalí no sólo las pinturas de sus óleos, sino también las pinturas de su cuerpo. El amor no fue correspondido.
En 1927, a sus 22 años, Dalí tuvo su primera cita romántica. Para aquel encuentro decidió perfumarse con una mezcla de aromas que incluía aceite, su propia sangre y hasta estiércol de cabra. Debió haberle funcionando esa ensalada de fragancias porque Gala, la mujer en cuestión, se enamoró de él y se siguió enamorando hasta el final de sus días.
Dos primaveras más tarde, cuando ya había alcanzado cierta notoriedad, su padre lo expulsó de su casa. “En ocasiones escupo sobre el retrato de mi madre para entretenerme”, había escrito el pintor. Su madre había muerto años atrás. Dalí finalizó la discusión entregándole a su progenitor un preservativo usado. “Tomá, ya no te debo nada”, le dijo, y se marchó.
La persistencia de la memoria, una de sus pinturas más consagradas
Al marcharse, siguió construyendo hábitos inusuales: comenzó a ponerse miel en los bigotes para que las moscas descansaran sobre ellos, les prohibió a sus amigos llamarlo antes de las doce del mediodía a causa de los escandalosos insomnios que padecía durante las noches, y empezó a dormir con una cuchara en la mano para despertarse cuando ésta cayera al suelo. Así, decía, nunca olvidaba lo que soñaba. A su vez, adquirió un ocelote y un oso hormiguero como mascotas. Cual perros domésticos, correa en mano, los animales lo acompañaban por las ciudades donde Dalí estuviese.
Por sus increíbles bocetos y por sus disparatadas rutinas cotidianas, cuentan que durante su estadía en Estados Unidos logró un nivel de fama tan rutilante que entre 1940 y 1970 no hubo una sola fecha en la que el nombre Dalí no apareciera en algún medio de comunicación de aquel país. Fue tal el barullo de su presencia y el estrépito de su obra, que revolucionó para siempre la industria de la pintura.
Curiosamente esa palabra, “revolución”, de chico no podía escribirla. Siempre que Dalí trataba de hacerlo, las faltas de ortografía le ardían la vista a cualquier ojo. Una vez, cansado ante la equivocación constante y vergonzosa, su padre exclamó al aire:
“Este niño, pase lo que pase, tiene que morir cubierto de piojos”.
El 23 de enero de 1989, día en el que falleció, a Dalí lo embadurnaron de cera para que sus seguidores pudieran verlo por última vez.
Su cuerpo no se fue cubierto de piojos. Se fue, de pies a cabeza, cubierto de brillo.
Escrito por Santiago Capriata

martes, 12 de enero de 2016

Antonio de Ulloa: ¿descubridor del platino?

Lo conocemos como el más caro de los metales preciosos, tal vez debido a que las tarjetas de crédito de platino y los discos de platino superan en prestigio a sus equivalentes de oro. Lo cierto es que el precio de mercado del platino no necesariamente es siempre mayor que el del oro, al que de hecho supera en abundancia en la corteza terrestre. Pero su uso en joyería lo ha convertido en material de lujo, y ello a pesar de que el significado de su nombre original es humilde: platina, o “pequeña plata”.
Quien así lo nombró fue el militar y explorador español Antonio de Ulloa, a quien algunas fuentes acreditan como descubridor del platino, ya que lo dio a conocer en Europa; por el contrario, otros atribuyen este mérito a los científicos británicos que lo trajeron al viejo continente y estudiaron sus propiedades. El tercer centenario del nacimiento de Ulloa es una ocasión propicia para recordar su figura y revisitar la controversia que envuelve la autoría del hallazgo del más exclusivo de los metales preciosos.
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Retrato de Antonio de Ulloa. Autor: Andrés Cortés y Aguilar
Antonio de Ulloa y de la Torre-Giralt (12 de enero de 1716 – 5 de julio de 1795) fue el segundo hijo de una familia influyente y acomodada de Sevilla. Su carrera en la marina le llevó desde joven a cruzar el Atlántico: a los 19 años se unió, en compañía de Jorge Juan y Santacilia, a la Misión Geodésica Francesa destinada a medir un arco de meridiano en la América ecuatorial con el fin de determinar la forma de la Tierra. Fue entonces cuando Ulloa tuvo conocimiento de una impureza metálica en el oro americano, a la que denominóplatina. Según explica a OpenMind el químico e historiador Luis Fermín Capitán Vallvey, catedrático de la Universidad de Granada (España), “la platina se conoce en el Virreinato deNueva Granada como acompañante del oro en la región de Chocó [actual Colombia] desde 1690; razón por la cual recoge Ulloa la escueta noticia de su existencia al pasar por Popayán, en cuya Casa de la Moneda la platina es un problema recurrente”.
Ulloa emprendería el regreso a España en 1745. Tres años después publicó junto con Jorge Juan su Relación Histórica, en la que describía por primera vez la platina como una piedra de las minas de lavadero “de tanta resistencia, que no es fácil romperla, ni desmenuzarla con la fuerza del golpe sobre el yunque de acero”, y que “ni la calcinación la vence”. Algunas fuentes sugieren que Ulloa llevó a España alguna muestra del metal; sin embargo, según Leslie B. Hunt, coautor del libro A History of Platinum and its Allied Metals (Johnson Matthey, 1982), “no hay pruebas reales de esto”.
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Pepita de platino nativo, de la mina de Kondyor (Rusia). Crédito: Heinrich Pniok
Mientras tanto, el platino ya era objeto de estudio en Inglaterra. En 1741 el británicoCharles Wood encontró en Jamaica unas muestras del metal, traídas de contrabando desde Cartagena de Indias. Wood realizó ciertos experimentos y envió el material al médicoWilliam Brownrigg, quien continuó estudiando el nuevo metal en Gran Bretaña para después presentar sus resultados a William Watson, miembro de la Royal Society. Este, a su vez, introdujo la platina al estamento científico británico, como quedó reflejado en la revistaPhilosophical Transactions entre 1749 y 1750.
Cabe destacar que Watson se refería al metal por el nombre acuñado por Ulloa, “platina”, y que en su presentación a la Royal Society escribía: “Esta sustancia no se menciona en ningún autor que yo haya encontrado, excepto por nuestro valioso hermano Don Antonio d’Ulloa”. En una carta posterior, Brownrigg le agradecía a Watson que hubiera añadido esta mención. De hecho, Watson y Ulloa llegaron a conocerse: durante su viaje de regreso desde América, el español fue detenido en alta mar por la marina británica y encarcelado en Londres, donde posteriormente fue liberado con el reconocimiento de la Royal Society; no antes de que todos sus documentos fueran concienzudamente examinados.
El origen americano del platino otorgaría a España una posición inicial de privilegio en su comercio internacional. Pero a pesar de aquel monopolio y de la innegable relevancia de Ulloa en la historia del platino, otra cuestión es que el español merezca el crédito del descubrimiento. El metal ya era conocido por las culturas precolombinas, y en Europa existía una mención a esta tenaz impureza fechada en 1557, en los escritos del italianoGiulio Cesare ScaligeroPero sobre todo, para algunos expertos la paternidad de un elemento debe recaer en los científicos que lo aíslan y estudian. Un ejemplo es el wolframioo tungsteno, que se considera una aportación española gracias al trabajo de los hermanos Elhúyar, pese a que la existencia del elemento había sido sugerida, y su nombre acuñado, por otros autores.
En el caso del platino, Ulloa no investigó sus propiedades. Según Capitán Vallvey, el explorador “no tiene en ese momento conocimientos químicos ni medios”; su papel consistió en “dar a conocer en Europa la existencia de la platina”, pero no debe confundirse “la difusión de la existencia de un nuevo material con el descubrimiento de un nuevo metal”. El químico e historiador juzga que “el descubrimiento de la platina como un nuevo metal y posteriormente como un conjunto de metales (los seis elementos del grupo del platino) hay que reservarlo a Wood y Brownrigg”. No obstante, aclara que “esto no significa en modo alguno quitar importancia al papel de Ulloa, sino no atribuirle lo que no le corresponde”; para Capitán Vallvey, Ulloa perdurará en la memoria como “ejemplo de hombre ilustrado, aunque no fuera él quien descubrió el platino”.
Javier Yanes para Ventana al Conocimiento
@yanes68

lunes, 11 de enero de 2016

La resurrección de la bombilla

Investigadores del MIT crean una lámpara incandescente tan eficiente como las LED

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Esta es la primera bombilla que recicla la radiación infrarroja en luz visible.
Esta es la primera bombilla que recicla la radiación infrarroja en luz visible. / OGNJEN ILIC
Condenadas a muerte por su baja eficiencia, las lámparas incandescentes podrían tener una segunda oportunidad. Investigadores estadounidenses han conseguido que el calor que emiten se convierta en más luz. Con los primeros prototipos han igualado en rendimiento a algunas lámparas LED, pero gracias a la nanotecnología están convencidos de que iluminarán más y mejor que las luminarias actuales.
La de las bombillas es una de las tecnologías más ineficientes que haya inventado el ser humano. Desde que Edison y Swan presentaran sus respectivas bombillas hace casi 140 años, sus fundamentos han cambiado poco: la corriente eléctrica pasa por un material que funde a muy alta temperatura (el wolframio o tungsteno) rodeado por un gas inerte para que el filamento no se queme y todo encerrado en una cápsula de vidrio. El problema de esta tecnología es que consume demasiada energía para la poca luz que da. Solo entre el 10% y el 15% de la energía es convertida en luz visible, el resto se transforma en calor, en su mayoría en forma de radiación infrarroja, en el rango no visible del espectro.
Aunque esa ineficiencia es parte de su encanto, ya que es responsable de la calidez que dan las bombillas incandescentes, también ha provocado que las distintas autoridades hayan prohibido su fabricación y venta e impuesto una agenda de retirada. En Europa, ya no se pueden conseguir las más ineficientes y solo las halógenas con una mayor ratio de lumen por vatio (lm/w) han logrado una moratoria hasta 2018. En México, por ejemplo, no se comercializa ninguna incandescente desde el año pasado.
El prototipo iguala a lámparas fluorescentes y algunas LED pero aún tiene margen de mejora
Durante décadas, muchos han investigado cómo aumentar el rendimiento de las lámparas incandescentes. Una de las posibilidades más evidentes era encontrar la manera de convertir la radiación infrarroja en luz visible. En 1977, hubo quien registró una patente de un sistema que reflejaba los infrarrojos de nuevo contra el filamento. Pero operar sobre un finísimo hilo de tungsteno a unos 2.700º no era fácil entonces ni ahora.
Por eso, lo que ha hecho un grupo de investigadores delInstituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) ha sido manipular el tungsteno antes de calentarlo. Primero, aplastaron el filamento para dejarlo casi en una estructura bidimensional, plana. Buscaban así aumentar la superficie emisora. Lo segundo fue hacerle un bocadillo con 300 finísimas capas de cuatro materiales diferentes. Todos son óxidos (de silicio, de aluminio, tantalio o titanio), todos son muy abundantes y los cuatro presentan, a escala nanométrica, la capacidad para reflejar parte del espectro de la luz mientras dejan pasar el resto.
"El avance clave ha sido diseñar una estructura fotónica que transmite la luz visible y refleja la luz infrarroja en un amplio rango de ángulos", explica en una nota el investigador del MIT y principal autor de la investigación, Ognjen Ilic. De esta manera, la corriente eléctrica pasa por el tungsteno hasta que entra en incandescencia, de toda la radiación emitida, los materiales que rodean al filamento devuelven la infrarroja de nuevo hacia el tungsteno, recalentándolo. Así, genera más luz reciclando la energía térmica y con menor eléctrica.
300 capas de material fotónico rodean el filamento atrapando la radiación infrarroja
En el prototipo de bombilla que diseñaron, y por razones de operatividad, usaron solo 90 capas y únicamente con dos de los materiales, el óxido de silicio y el óxido de aluminio. Aún así triplicaron la eficiencia de las bombillas convencionales e igualaron a las de las de bajo consumo y algunos de los LED que hay en el mercado. Sin embargo, su modelo teórico prevé que puedan alcanzar un rendimiento del 40%, superando incluso a las tecnologías de iluminación LED más avanzadas, según muestran en la revistaNature Nanotechnology.
Pero tan importante como la eficiencia es la fidelidad al color. La capacidad que tiene una fuente luminosa para reproducir fielmente los colores se mide con el denominado índice de reproducción cromática (CRI, por sus siglas en inglés). El máximo es 100 y se corresponde con el de las bombillas incandescentes, lo más parecido al Sol que puede haber durante la noche. Por comparar, las lámparas de sodio no llegan a un CRI de 70 y solo algunas de las nuevas fluorescentes logran un 85 y solo los mejores LED alcanzan el 95. Ese es el CRI que ha conseguido el prototipo de bombilla del MIT.
Aún les queda resolver algunos problemas, como apilar las 300 capas de nanomaterial, cubrir todos los ángulos en un objeto esférico o resolver el recalentamiento del hilo de tungsteno, pero los investigadores creen que su idea podría resucitar a la lámpara incandescente. Otra cosa es que su resurrección llegue demasiado tarde y las lámparas LED, grafeno y quién sabe qué nuevo material más ya le hayan quitado su sitio.

19 señales que indican que tienes inteligencia emocional

Características de la inteligencia emocional
Algunas de las personas más inteligentes “chocan” continuamente contra un muro a lo largo de sus carreras, incapaces de dar un paso más allá en su progreso personal. Sin embargo, otras que no disponen de tanta experiencia en determinados campos o no tienen tanto conocimiento como las primeras, se convierten en líderes y disfrutan de grandes éxitos en sus empresas. ¿Por qué sucede esto?
Lo que diferencia al primer grupo del segundo no es su inteligencia cognitiva o que tengan habilidades específicas. Es su inteligencia emocional. Una habilidad que les permite identificar y focalizar emociones (las suyas y las de otros) para desarrollar y gestionar relaciones productivas.
Tras décadas de investigación, se ha demostrado que la inteligencia emocional está estrechamente relacionada con el éxito profesional, más que la inteligencia cognitiva (especialmente en el campo de los recursos humanos o la gestión de equipos).
Más allá del terreno laboral, los estudios también corroboran que las habilidades relacionadas con la inteligencia emocional están relacionadas con el éxito en todos los niveles de la vida.
Vamos a enumerar una serie de características que indican si disponemos o carecemos de inteligencia emocional, pero antes ofreceremos una definición simple del concepto.
Acuñado en 1990 por los científicos John D. Mayer y Peter Salovey, describieron el término inteligencia emocional como “una forma de inteligencia social que implica la habilidad de monitorizar los sentimientos y emociones, tanto los propios como los ajenos, para establecer diferencias entre ambos y utilizar esta información para condicionar acciones y pensamiento”.
Tal vez pueda sonar un tanto manipulador, por lo que mostraremos otra breve definición. En este caso se diferencia el concepto de inteligencia cognitiva del término inteligencia emocional.
En orden a un estudio realizado por el Doctor Richard Boyatzis, en el que afirma que no existe relación entre ser emocionalmente inteligente y tener una alta inteligencia emocional, Darren Horrigon estableció una diferenciación entre ambos conceptos.
En ella, definió la inteligencia cognitiva como “la capacidad para comprender la información, imaginar posibilidades, utilizar la intuición, resolver problemas y tomar decisiones”, mientras que de la inteligencia emocional dijo que “es la capacidad para comprender las necesidades y sentimientos propios y de los de otras personas, manejar los sentimientos de uno mismo y responder a los de otras personas de manera adecuada”.
Características que definen a una persona con Inteligencia emocional
Según el modelo elaborado tras años de investigación por Daniel Goleman y Boyatzis, ten en cuenta que ser emocionalmente inteligente no se basa únicamente en tener estas competencias. Es necesario comprenderlas, saber controlarlas y utilizarlas para poder desarrollar la verdadera inteligencia emocional.
Ahora sí, vamos con el listado de las 19 características que definen a una persona con inteligencia emocional:
1) Conciencia emocional de uno mismo: Tienes un conocimiento sólido de tus sentimientos y emociones; de tus fortalezas y debilidades, así como lo que te lleva a ellas.
2) Autoevaluación rigurosa: Comprendes tus valores y metas y hacia dónde diriges tu vida.
3) Autoconfianza: Entiendes tus fortalezas y limitaciones. Te mueves desde la competencia y sabes cuándo delegar en alguien de tu equipo. Estás dispuesto a hablar de ti mismo con franqueza, sin estar a la defensiva.
4) Autocontrol emocional: Sientes bajones emocionales e impulsos igual que el resto de la gente, pero no actúas sobre ellos, de hecho tú puedes controlarlos. Por ejemplo, en lugar de arremeter contra la gente cuando estás enfadado, les haces saber lo que está mal y cuál es la solución.
Tienes la habilidad de esperar hasta que tus sentimientos han pasado, por lo que respondes desde la razón.
5) Éxito: Te motiva avanzar, dejarte llevar por una visión, una meta o estrategia.
6) Iniciativa: Estás auto-motivado, y sigues moviéndote por tus metas incluso cuando surgen contratiempos.
7) Transparencia: Eres honesto y transparente sobre tus progresos, metas y emociones.
8) Adaptabilidad: Eres fuerte. Te mantienes en calma bajo presión y te repones rápidamente cuando algo va mal.
No te aterrorizas en situaciones de crisis; en lugar de ello, permaneces en calma. No te inquietas ni guardas rencor.
9) Optimismo: Tienes una perspectiva positiva de futuro.
10) Empatía: Estás dispuesto a compartir tus preocupaciones y admitir abiertamente otras emociones.
11) Servicial: Eres un buen oyente. Prestas atención a otros y te tomas tu tiempo paracomprender lo que te cuentan y lo que significa para ellos sin interrumpirles mientras hablan.
12) Organización: Controlas otras perspectivas,  por lo que puedes explicar conceptos e ideas de manera que tus compañeros de trabajo puedan comprenderlas. Además, sus cuestiones son siempre bienvenidas.
13) Liderazgo inspirador: Ofreces una visión que motiva al resto. Utilizas tu inteligencia emocional para crear y promover relaciones relevantes con otros a través de la concienciación, la esperanza y la compasión.
14) Influyente: Eres persuasivo. Diriges tus puntos de vista de un modo convincente y claro, lo que motiva a la gente de forma esperanzadora.
15) Comprometido: Utilizas tu inteligencia emocional para mejorar las relaciones y las negociaciones, siendo capaz de mostrarte como líder. Puedes resolver disputas y gestionar malentendidos surgidos por diferencias de opinión.
16) Cambio catalizador: No te resistes al cambio; por el contrario, reconoces que necesitas cambios y soportas el proceso.
17) Desarrollo de los otros: Das respuestas efectivas y eres bueno ayudando a los otros a impulsar sus habilidades y conocimientos.
18) Trabajo en equipo: La gente se siente tranquila trabajando contigo. Un signo de ello puede ser que se rían y compartan cosas fácilmente en tu presencia.
19) Colaboración: Creas y mantienes contactos para formar equipos efectivos.
Hay muchos ejemplos de gente que ha alcanzado lo más alto con la ayuda de lainteligencia emocional. Piensa en gente como Steve Jobs, Larry Ellison o Mark Zuckerberg.
Aunque hay muchas maneras de alcanzar el éxito, prueba a optimizar tus conocimientos en lo que a inteligencia emocional se refiere.
Seguro que consigues ser más participativo y tener más posibilidades para poder llegar a ser un líder.

Ocho parecidos sorprendentes entre humanos y chimpancés

Los últimos hallazgos acerca de cómo se comportan y piensan los chimpancés han puesto de manifiesto una vez más hasta qué punto estos primates merecen el calificativo de “primos hermanos” de los humanos. No solo se ríen como nosotros, sino que también sonríen en silencio, son sibaritas, juegan, piensan que piensan, distinguen lo justo de lo injusto y cultivan la amistad.

Juegan

Los niños no son los únicos que pasan horas entretenidos jugando. Los chimpancés dedican muchas horas al juego – que los etólogos o científicos del comportamiento definen como toda actividad que no tiene beneficios claros ni inmediatos-, tanto en su infancia como durante su “juventud”. Científicos de la Universidad de Pisa (Italia) han demostrado que el juego social, es decir, no en solitario sino con otros chimpancés, les ayuda a establecer relaciones sociales sólidas y a desarrollar actitudes cooperativas. Y que, como en los humanos, los modos de jugar y los compañeros de juego cambian a medida que los primates crecen. Entre otras cosas, el juego es más cooperativo en la más tierna infancia, pero se vuelve más competitivo entre los niños y los primates juveniles.
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Tambako The Jaguar, Flickr

Saben sonreír

Estos primates pueden sonreír en silencio, desternillarse de risa o reír a carcajada limpia, una gama y flexibilidad en la comunicación de las emociones positivas que hasta ahora se creía exclusiva de los humanos. Todo apunta a que las expresiones faciales vinculadas a la risa estaban presente en nuestros ancestros simios, y que aparecieron mucho antes de que los humanos evolucionaran.
La única sonrisa que de momento parece exclusiva de los humanos es la llamada sonrisa de Duchenne, una expresión espontánea que se reconoce por la contracción involuntaria del músculo orbicular, situado alrededor de los ojos, cuya contracción eleva las mejillas y forma arrugas o “patas de gallo” en torno a los ojos. Esta es la sonrisa verdadera y genuina, ligada a la activación del sistema límbico del cerebro, donde residen las emociones, según demostró hace años el neurólogo francés Guillaume Duchenne.

Son gourmets

A falta de supermercados y restaurantes, los chimpancés están dispuestos a recorrer las distancia que haga falta para encontrar sus ingredientes favoritos para preparar un suculento banquete. Es la conclusión a la que llegaron hace poco científicos de la Universidad de Harvard (EE UU), que también han demostrado que los chimpancéscomparten con los humanos la preferencia por la comida cocinada en lugar de cruda, así como la capacidad de comprender los procesos de transformación que se producen al guisar los alimentos. Entre el sabor de una patata cocinada y el de una cruda, los primates se decantan sin dudarlo por el primero. Lo único que les falta para ser chefs, aseguran los investigadores, es el control del fuego. Pero si se les proporciona una olla o una sartén encendidas, los experimentos muestran que aprenden inmediatamente a darle uso.

Piensan que piensan

Los chimpancés poseen metacognición, es decir, pueden reflexionar acerca de sus propios pensamientos y procesos mentales, tal y como demostraban hace poco investigadores de varias universidades estadounidenses en la revista Cognition. Según los autores, estos primates tienen conciencia de lo que saben y de lo que desconocen, y basándose en eso son capaces de mostrar más o menos confianza en sus respuestas y comportarse en consecuencia. Y esto les permite tomar decisiones inteligentes.
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Alexandra Rosati, Duke University

Son justos y morales

El sentido de lo correcto y lo incorrecto no es exclusivo de los humanos. Los chimpancés también discriminan qué comportamiento es inapropiado, sobre todo cuando afecta a los más pequeños. En un estudio de la Universidad de Zurich del que se hacía eco la revistaHuman Nature se puso en evidencia que si un chimpancé ve escenas de una cría siendo dañada o asesinada por otro miembro de su propia especie reacciona con indignación y enfado, algo que no sucede ante actos de violencia entre monos adultos. El estudio indica que estos primates tienen un sentido de la moralidad similar al de los humanos.
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Tetsuro Matsuzawa, Kyoto University
A esto se suma que, jugando con chimpancés a Ultimatum, un juego experimental de economía que intenta mostrar que las elecciones sobre criterios de justicia y equidad priman sobre las de beneficio, biólogos estadounidenses han demostrado que estos primates comparten nuestra aversión a la injusticia. En concreto, los chimpancés tienden a realizar ofertas justas y equitativas, y solo afectan este tipo de ofertas de sus compañeros. “Para los chimpancés, que son muy cooperativos en libertad, ser sensibles a la distribución equitativa de recompensas supone una ventaja evolutiva, ya que cooperar les beneficia”, aseguran los autores de la investigación.

Tienen memoria numérica

Si cree que los humanos superan a los chimpancés en todas las funciones cognitivas se equivoca. Sin ir más lejos, la capacidad de un chimpancé joven (5 años) de recordar los números mostrados en una pantalla está muy por encima de la de un humano adulto, de acuerdo con un experimento de la Universidad de Kioto (Japón). Los científicos lo atribuyen a un equivalente a la memoria eidética o fotográfica, es decir, la habilidad para recordar con detalle lo visto u oído, presente en niños humanos y que disminuye con la edad.

Hacen la guerra

De todas las especies del mundo, los humanos y los chimpancés se cuentan entre las únicas que participan en ataques coordinados contra otros miembros de su misma especie. Dicho de otro modo, ambas especies somos capaces de provocar deliberadamente una contienda. Y en el caso de los primates, los ataques no están causados por la interferencia con los humanos, a la que durante algún tiempo se ha culpado erróneamente de las muestras de agresividad de estos animales. Lo que les mueve a perpetrar actos violentos es una estrategia adaptativa, tal y como concluía hace poco una treintena de primatólogos a partir del análisis de datos de cinco décadas de investigación sobre conflictos protagonizados por chimpancés. Los ataques aumentan cuanto más densa es la población y cuanto mayor es el número de machos. Y las víctimas suelen ser miembros de una comunidad rival.

Cultivan la amistad

La máxima de “quien tiene un amigo tiene un tesoro” también se aplica entre chimpancés. Y si no que se lo pregunten a Filippo Aureli, que tras estudiar a fondo el comportamiento de estos primates ha concluido que viven rodean de buenos amigos, es decir, “no solo individuos no emparentados con los que pasan el tiempo sino que les ayudan en caso de enfrentamiento, comparten comida y colaboran”. Incluso se dan consuelo unos a otros y alivian el estrés ajeno, tal y como demostraron Aureli y sus colegas en un estudio publicado en PNAS.
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Patrick Dirden, Flickr
A la hora de elegir un camarada, los primates son selectos. Según un estudio de la Universidad de Viena, las relaciones de amistad se establecen entre chimpancés que comparten ciertos rasgos de la personalidad. En concreto, los individuos más sociables congenian entre sí, mientras que los chimpancés tímidos buscan otros igualmente apocados para relacionarse. Esto recuerda al “efecto de similitud” en humanos, que no es otra cosa que la tendencia a tener como amigos a sujetos que se nos parecen.
Elena Sanz para Ventana al Conocimiento