viernes, 15 de julio de 2016

La Iglesia de la Santísima Trinidad de #Caracas, es una iglesia bicentenaria de #Venezuela. Inicia su construcción el 5 de agosto de 1744 y fue inaugurada el 15 de julio de 1781. Fue destruida durante el terremoto del 26 de marzo de 1812. Su constructor fue Juan Domingo del Sacramento Infante. Hoy sobre los que fueron sus ruinas se halla la sede del Panteón Nacional de Venezuela
La edificación fue completada por el fruto del trabajo de Infante, de las limosnas los feligreses y el ayuntamiento de Caracas. Luego de 36 años, el Coronel Juan Vicente Bolívar y Marques del Toro donaron solares para que la obra quedase finalizada en 1780. Juan Infante muere el 12 de diciembre de 1780, sus restos fueron enterrados en el altar mayor de la Iglesia, por orden del primer Capellán, el Presbítero Santiago Castro.

Luego de 31 años, el 26 de marzo de 1812, ocurre un terremoto que destruyó la ciudad de Caracas y gran parte de la poblados de Venezuela, quedando en ruinas a la iglesia.

Después de su destrucción en 1812, la iglesia tuvo varios intentos de ser reconstruida, resultando infructuosos. En 1874 el Presidente Antonio Guzmán Blanco, firma un decreto donde expropia el terreno de la iglesia para convertirla en lo que hoy es el Panteón Nacional de Venezuela

Simón Bolívar y la iglesia de la Santísima Trinidad
Simón Bolívar y su familia están vinculados con la iglesia, pues su padre Juan Vicente Bolívar y Ponte contribuyó a la culminación de la obra. Posteriormente, a Simón Bolívar se le asocia con la iglesia de la Santísima Trinidad, debido a que los tres meses fue llevado a la Iglesia de la Santísima Trinidad para el bautismo. Tiempo después tomó su primera comunión de manos del obispo Mariano Marti.Posteriormente, en 1827, en su última visita a Caracas estuvo en donde se encontraban los escombros de la iglesia como consecuencia del terremoto de 1812. En el año 1842, sus restos son llevados a Venezuela, y antes de ser depositados en la iglesia San Francisco, estuvieron una noche en la iglesia

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De la capilla de Juan Domingo al Panteón Nacional
En la Caracas de 1744, un hombre de fe tuvo un sueño y despertó con la idea de construir un templo dedicado a la Santísima Trinidad. Desde ese momento, y a pesar de las dificultades, no descansó hasta verlo terminado. La construcción le llevó 36 años de su vida y aunque pero no logró verlo inaugurado, murió tranquilo. Ese templo es hoy el Panteón Nacional, donde reposan los héroes de la patria, tanto civiles como militares, y donde muchos venezolanos proponen que sea llevado el presidente Chávez.
De aprendiz a maestro albañil
Juan Domingo del Sacramento Infante nació en Caracas hacia 1710, hijo de María Leocadia de Ponte. Como pardo, o sea de sangre mezclada, no tenía los mismos derechos que los blancos criollos y mucho menos que los peninsulares, debido a la férrea sociedad de castas que habían implantado los españoles, en la que hacía falta “limpieza de sangre” para acceder a ciertos privilegios, entre ellos a una educación universitaria.
De todos modos, Juan Domingo era un joven entusiasta que había heredado de su madre la fe por la Santísima Trinidad y no le temía al trabajo, por lo que desde muy joven aprendió la profesión de alarife, como se le decía entonces a los albañiles, y en ella destacó hasta ser maestro mayor de albañilería.
Infante trabajó en la construcción de los puentes Carlos III, en la parroquia la Pastora (entre las esquinas dos pilitas a Portillo), inaugurado en 1772, y el de la Trinidad, ubicado en lo que hoy es el Bulevar Panteón, sobre la quebrada Caroata.
Con el arte de albañil bien aprendido le construyó a su madre una casa en el norte de la ciudad, cerca de la esquina de Las Mercedes, al lado izquierdo de la quebrada Catuche. De María Leocadia había aprendido la devoción por la Santísima Trinidad hasta el punto de que quiso formar parte de la orden de los hermanos trinitarios, debido a su gran vocación religiosa, pero fue rechazado por su condición social.
Juan Domingo hizo gestiones ante el mismísimo Rey de España, pero todo fue en vano: se le ordenó que no se le permitiera pedir limosna ni vestir hábito ni escapulario de la Trinidad y que, si lo hiciese, el gobernador debía proceder contra él. Al parecer esto provocó un tremendo drama espiritual en el hombre. Pero su alma era indoblegable.
Un sueño místico
Una mañana de 1740 el piadoso Juan Domingo despertó tras haber soñado que dedicada su vida a construir un templo en honor de la Santísima Trinidad. Tomó entonces la irrevocable decisión de hacerlo. Solicitó permiso al cabildo Eclesiástico de Caracas, que se lo concedió. Faltaba entonces la autorización del Rey, como era de ley en esa época para una obra de tal envergadura. La real aprobación tardó un poco más pero llegó, finalmente, en 1743.
Cumplido este requisito, la Iglesia de la Santísima Trinidad comenzó a ser construida el 5 de agosto de 1744, con dinero del propio peculio de Infante y las limosnas de los feligreses, así como ayudas del ayuntamiento caraqueño y los aportes del Coronel Juan Vicente Bolívar, padre del Libertador, y del Marqués del Toro, quienes donaron solares.
Como el presupuesto a veces no bastara, parece que el infatigable Juan Domingo varias veces llegó a venderse como esclavo para recabar dinero y comprar materiales. Precisamente una de las tareas de la orden trinitaria, surgida en la baja edad media, era la de intercambiarse sus miembros por cristianos secuestrados por piratas en las costas mediterráneas. Juan Domingo se comportaba como un trinitario integral a pesar de no haber sido autorizado a ingresar en la orden.
La edificación avanzaba a paso lento. Pero hubo otros obstáculos, además del poco dinero. El 21 de octubre de 1766 ocurrió el temblor de Santa Úrsula. Juan Domingo del Sacramento, junto con el alarife de la ciudad, José Leonardo Máñez, el albañil Juan de Fuenmayor y el regidor Juan Nicolás de Ponte, formó parte de la comisión encargada de evaluar los daños. El temblor solo causó algunas grietas y desplomes en las iglesias, excepto en San Lázaro y en la fábrica de la Trinidad.
Juan Domingo no desmaya y, después de 36 años de labores, logra terminar la construcción, aunque no ve la inauguración, pues fallece en paz el 12 de diciembre de 1780. Su cuerpo, vestido con el hábito trinitario y la cruz roja y azul fue enterrado bajo el altar mayor de la Iglesia, en la bóveda que construyera con sus propias manos, por orden del primer capellán de ésta, el presbítero Santiago Castro. La Iglesia de la Santísima Trinidad fue inaugurada el 15 de julio de 1781.
El Panteón Nacional
El Libertador fue bautizado en la Catedral de Caracas como Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte y Blanco. Tres meses después de su nacimiento fue llevado por sus padres al templo de Juan Domingo. Ese fue el primer encuentro del niño Simón con aquel lugar. Ocho años después, el joven Bolívar haría su primera comunión en ese mismo templo.
El terrible terremoto del 26 de marzo de 1812, destrozó las estructuras de la Iglesia. Monte, escombros y soledad cubrieron durante muchos años sus ruinas, que fueron visitadas por El Libertador en 1827, cuando estuvo por última vez en Caracas.
Pero hubo personas que no la dejaron arruinar, entre ellas el presbítero Luis Acosta, quien tuvo bajo su cargo la responsabilidad del techo de la nave central y la concluyó, hasta ser bendecida, el presbítero Rafael Hernández, que contrató al ingeniero José Gregorio Solano, a quien debemos el estilo neo gótico de la fachada; el ingeniero y educador Agustín Aveledo y el presbítero Bartolomé Suárez le dieron remate y gran impulso a la reconstrucción, que para 1874 se encontraba muy avanzada.
El 27 de marzo de 1874, el presidente de la República Antonio Guzmán Blanco dictó su decreto N° 43 en el que convertía a la antigua iglesia de la Santísima Trinidad en Panteón Nacional. La intención era que los notables de la Patria pudieran reposar en un monumento laico, al igual que en otras capitales del mundo.
El gobierno puso el mayor empeño para terminar la construcción confiando los trabajos de la obra a los ingenieros Julián Churión, Juan Hurtado Manrique, Tomas Soriano y Roberto García, quienes para mediados de 1875 ya la habían concluido.
El 28 de octubre de 1876, día de San Simón, los restos de Bolívar fueron llevados a ese lugar solemne. Desde entonces, el Libertador descansa junto a otro luchador: Juan Domingo, el hombre que tuvo una idea y batalló hasta verla convertida en realidad.

Tomado de:
http://ciudaddelostechosrojos.blogspot.com/2013/03/normal-0-21-false-false-false_17.html
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