lunes, 15 de agosto de 2016

(Un día como hoy, pero de 1769, nacía Napoleón Bonaparte)
LA MUJER EN TIEMPOS DE NAPOLEÓN
A los pocos días de arribar a París, siendo un adolescente mal vestido, pobre y oloroso, Napoleón entró lleno de miedos al Palais Royal, donde una prostituta le ofreció su cuerpo. Ésa fue la primera vez que no se negó.
Años más tarde, la mujer que lo conquistó fue Josefina de Beauharnais, con quien se casó en 1796. En diciembre de 1799, asumió como primer cónsul de Francia. De allí en adelante, actrices, cortesanas y amigas de su propia esposa dejaron en Napoleón su firma con rouge. ¿Y Josefina? Fue abandonada tiempo después porque no le dio un hijo varón.
En 1807, enloqueció por María Waleska de Polonia. Pero puso condiciones: “Si ella no se somete a mis deseos, no cuenten con el apoyo de Francia para independizarse”, le advirtió al gobierno polaco. Waleska accedió, se convirtió en su amante, tuvo un hijo y nunca vio a su Polonia libre.
La segunda esposa de Napoleón fue María Luisa de Austria, o “Vientre”, como él la llamaba reiteradamente para recordarle sus anhelos de supermacho semental. Y vaya si lo era: a todos los demás hombres les tenía prohibido hablar más de dos minutos con ella.
María Luisa finalmente le dio un heredero. Napoleón no lo disfrutó mucho: tres años después del nacimiento de su hijo tuvo que exiliarse en Elba y luego en Santa Elena, donde se deleitó por Betsy Balcombe, de tan sólo quince años.
El 5 de mayo de 1821, tras pasar los últimos días flotando en baños de vapor para sosegar su cáncer de estómago, Napoleón murió. Santa Elena, mujer hecha isla, ni siquiera quiso conservar el cuerpo.
ESCRITO POR SANTIAGO CAPRIATA
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